En diálogo con Raul Milano se repasó la realidad del sector luego de la suspensión de las exportaciones.
Precisamente según Milano, la decisión del gobierno fue un «doble error», por un lado “no logramos calmar los precios de la carne al consumidor. Y también generamos un daño, al no exportar, se limita ingresos en dólares que son tan necesarios en estos momentos”.
Por un lado, manteniendo el control sobre las exportaciones de carne donde, según trascendió en los últimos días, se buscaría reducir al 50% los volúmenes enviados al exterior -en principio hasta julio-, exceptuando las cuotas que tiene el país y la carne faenada bajo rito kosher, además de limitar la exportación de cortes populares como asado, vacío, entre otros.
Cabe recordar que Argentina -pese a la crisis económica que viene transitando en los últimos años- sigue siendo uno de los mayores consumidores de carne per cápita en el mundo. Por lo tanto, ¿cuán genuina es esta demanda por mayor consumo? En principio, no resulta demasiado clara.
En lo que respecta al aumento de la producción, claramente es necesario dar un salto sostenible en materia productiva. En los últimos 30 años, Argentina produjo en promedio apenas 2,8 millones de toneladas anuales.
Por tal motivo, Rosgan invita a pensar por un momento en un plan ganadero que verdaderamente logre aumentar la eficiencia productiva del stock nacional es decir, la cantidad de kilos producidos por animal en stock, actualmente estancada en torno los 57 a 58 kg.
Argentina, en materia ganadera, tiene un gran desafío por delante y es precisamente lograr trascender los intereses cortoplacistas que muchas veces impone la política para trazar, definitivamente, un horizonte de crecimiento racional, coherente con nuestra realidad productiva y fundamentalmente sostenible en el tiempo.